El futuro de la logística de cara al Bicentenario

julio 20, 2021

Escrito por: Jorge Choque

Repensar la logística en esta nueva centuria ayudará a transformar el desempeño del transporte. Y no solo eso. Sino que también contribuirá a propender el desarrollo integrado del país. La logística puede parecer un rubro joven. ¿Lo es? Claro que no. El imperio incaico poseía uno de los mejores sistemas de comercio y conexión logística

Repensar la logística en esta nueva centuria ayudará a transformar el desempeño del transporte. Y no solo eso. Sino que también contribuirá a propender el desarrollo integrado del país.

Justo Carbajal Aguirre
Experto en Logística

La logística puede parecer un rubro joven. ¿Lo es? Claro que no. El imperio incaico poseía uno de los mejores sistemas de comercio y conexión logística del continente. La tecnología de los reservorios, almacenes y cadenas de transporte son hoy atracciones turísticas a nivel mundial. Entonces podemos decir que la pasión por este rubro está en nuestras raíces. Sin embargo, al estar hoy de pie en un año crucial, urge preguntarnos ¿qué retos tiene nuestro sector con miras al tercer siglo?

El 2021 es un año que refleja incertidumbre –a raíz de la pandemia– pero también esperanza. Es el año de las vacunas, el año de la reactivación y, lo más importante, es el año en que nuestro país cumple 200 años de independencia. ¿Por qué el sector logístico (muchas veces tildado de frívolo) debe estar acorde al aniversario patrio más esperado de toda nuestra generación? Pues son muchas las razones.

Repensar la logística en esta nueva centuria ayudará a transformar el desempeño del transporte. Y no solo eso. Sino que también contribuirá a propender el desarrollo integrado del país, a perfeccionar el abastecimiento de los centros urbanos, a facilitar el intercambio regional, a promover la competitividad internacional de nuestra producción y, por supuesto, a mejorar la calidad de vida de los habitantes. No son pocos los motivos.

Diagnóstico de cara al tercer siglo

Pero para entrar con pie derecho a una etapa, debemos saber en qué situación estamos. Según el Índice de Desarrollo Logístico (IDL), el país ocupa el puesto 60 de 155 países, con un puntaje de 2.9, muy alejado de los líderes de la región como Chile, Brasil y México. Solo como ejemplo, la ciudad del país más habitada y más grande, en términos económicos, Lima, tiene enormes dificultades. Hay también un aspecto gravitante: la necesidad de bajar los costos logísticos de 32% a 23% del valor del producto (en países como Chile son solo del 15% del valor del producto y en Brasil y México son del 26% y del 20% respectivamente).

Honestamente las discusiones sobre mejoras en el sector no son recientes. Ya en el 2014 el Consejo de Competitividad había establecido lineamientos para generar desarrollo con miras a los doscientos años de independencia. En el plan se definían ideas para cubrir el déficit de infraestructura en logística y transporte generando polos de servicio logístico articulado que acompañen el crecimiento económico de las regiones.

Si bien se están dando inversiones alentadoras –en materia portuaria, por ejemplo– aún esto puede resultar poco favorable si es que no se crea infraestructura complementaria que facilite la conexión a aquellos terminales. Esto es: la creación de plataformas multimodales asociadas a la ampliación de servicios que se encuentran bajo modalidad de concesión. El cambio es todo un proceso, pero qué mejor oportunidad que la entrada a un nuevo siglo de nuestra vida republicana.

Un buen diagnóstico es vital. Aunque la Encuesta Nacional Logística es una acción positiva, falta bastante en incentivar a las empresas para que participen de ella. Así también es importante que se lancen concursos sobre investigación y proyectos logísticos. Solo como dato: con motivo del Bicentenario de Argentina, en el año 2010 se llevó a cabo un concurso de ensayos titulado: Premio Bicentenario FPT Logística y Transporte para una Argentina Mejor. ¿Por qué no motivar algo así en nuestro país?

Lo que nos queda pendiente

Aunque a cifras macro el comercio mundial ha logrado revertir el retroceso generado por la COVID-19, en el Perú aún hay una brecha. Por ello necesitamos impulsar medidas que fomenten la facilitación del comercio, ya que el Banco Mundial sostiene que este “juega un rol protagónico en la mejora de la competitividad”. Entonces ¿qué nos hace falta? Veamos.

En el campo aéreo, por ejemplo, es hora ya de superar un gran retraso. Según el Informe de Competitividad del año 2014, nuestra red aérea nacional tiene 136 instalaciones aeroportuarias, 74 aeródromos, 12 aeropuertos nacionales, 11 aeropuertos internacionales y 39 helipuertos.

Sin embargo, a pesar de que la conectividad ha crecido, según el Oxford Economics, los aeropuertos nacionales siguen presentando un reducido grado de conectividad en comparación con los de los otros países de la región.

En el campo terrestre, bueno, no hay mucho que decir. Todos somos testigos del calamitoso estado de las carreteras y pistas principales de la ciudad. Y no solo eso, sino de la poca planificación urbanística y el retraso de proyectos. Sin embargo, hay que rescatar algo positivo y reciente: enhorabuena que el actual Gobierno haya decidido fomentar la construcción de la nueva Carretera Central. Son 11 mil millones de soles de inversión los que harán posible este proyecto, que esperamos se agilice. Motiva saber que se llamará Daniel Alcides Carrión, como nuestro mártir y héroe nacional.

Regresando a términos de evaluación, urge también crear un sistema de observatorio. Así, por ejemplo, se informaría sobre el nivel de costos y servicios que ofrecen los operadores logísticos a los clientes en el exterior. De ese modo no solo en nuestro país se incrementaría el incentivo de oferta, sino que se forjarían mejores prácticas de transparencia y competitividad. Si bien el Ministerio de Transportes y Comunicaciones junto a la Asociación Portuaria Nacional están a cabo de este proyecto, aún no hay un desarrollo concreto.

También nuestro sector tiene una gran deuda con la tecnología. Aunque se están dando implementaciones en las cadenas de transporte, almacenamiento y difusión, aún falta potenciar este rubro. El Gobierno podría dar incentivos para que el sector se oriente hacia una logística más inteligente y, por qué no, hasta ecoamigable. Eso puede significar bastante en tiempos del E-commerce.

Y, a modo de conclusión, quizá la más importante meta en este Bicentenario sea el poder implementar un sistema logístico, que articule la infraestructura vial, aeropuertos, puertos y plataformas con una circulación segura, oportuna y de bajo costo. Como recordamos, Perú ha descendido varios puestos en el último Índice de Desempeño Logístico del Banco Mundial. Pasó del lugar 69 al 83, el más bajo de todos los tiempos. Pero este indicador negativo debe servir de combustible para la mejora.

Desarrollo del rubro con peruanidad

Como sabemos, planificar una visión logística implica programar detalladamente las inversiones a largo plazo –más de 20 años– con perspectiva intermodal, y en estrecha coordinación entre los tres niveles de gobierno.

¿Qué reflexión crítica nos llevamos de cara al Bicentenario? Pues que el sector logístico ya no puede seguir avanzando solo. Por ello, los candidatos presidenciales deben tener en cuenta que el rubro logístico es transversal y mueve alrededor de 1600 millones de dólares al año. Y no necesita favores, sino cosas bastante concretas, como, por ejemplo, agilizar los proyectos de inversión en infraestructura: el Metro de Lima, el Túnel Transandino o el Aeropuerto Internacional de Chinchero. También sería útil que trabajen más en la creación de carreteras inteligentes o en la reducción de los transportistas informales que habitan la ciudad.

Hace doscientos años la economía de nuestra patria estaba limitada al exclusivismo. Como recuerdan, España nos obligaba a solo comercializar con ellos. Con la Independencia esto se rompió. El Perú nació y se abrió al mundo. Es ahí donde debemos concentrarnos: en el crecimiento del país. Por ello, volteemos a mirar el rubro logístico, con la firmeza de llegar a la tercera centuria dotados de tecnología, desarrollo y eficiencia, tal como lo quisieron nuestros ancestros.

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